mayo 21, 2009

Último adiós a mamá

La velamos discretamente, suficientes ceremonias había tenido en su vida. No me sorprendió la ausencia de lágrimas. Algunos miraban su cuerpo tieso, la piel lechosa casi sin arrugas, como si todavía ejerciera ese implacable poder que en vida le granjeó pocos admiradores. Fue sorpresivo, eso sí, el escueto discurso de Padre. Su rostro no mostraba la gratitud esperada, más bien todo lo contrario. Poco a poco, los más extraños fueron desapareciendo. Por último, una desconocida anciana le dio un beso en la frente y entonces sucedió. Había desordenado el tocado especial, exigido por la difunta para lucir desde el sarcófago. Un mechón acechaba sus labios coquetos y no tardamos en descubrirlo. Al rato estábamos riendo a pierna suelta: por primera vez perdía el riguroso tono de su estética.
Antes de cerrar el cajón nos lanzamos sobre ella para terminar de arreglarla como se merecía.

3 comentarios:

V a l e n t r i n i t y dijo...

así será el velorio de la Tatcher?

Jorge Luis Blind dijo...

Supongo, y de alguna más también...

malditas musas dijo...

buenísimo, z