mayo 08, 2009

Especial

Llega a su casa después de una noche agitada. Dobla la capa y la guarda en el cajón, junto al antifás. Se saca las botas, cepilla sus dientes y observa su rostro en el espejo. ¡Qué vida esta, Dios mío, qué vida! Dijo en un murmullo para no desperta a su esposa.

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