Sentado en el rincón respira su sangre. Apenas puede abrir los ojos. El entrenador le dice que aguante dos rounds más, que ya tiene la pelea ganada. Hay luces, gritos, hombres que relatan lo que él está sintiendo en ese momento. Suena la campana y su alma sale como un huracán, lástima que el cuerpo se haya quedado clavado en el banquito.
mayo 07, 2009
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