septiembre 18, 2008

Cadena de mando

El rumor comenzó en lo hondo de una trinchera. Se podría decir que el viento (aquella noche, si bien soplaba constante, no lo hacía con la furia de otros días) llevó rápido la pregunta a todos los rincones del campamento. Elocuente fue el gesto del sargento, también el de los soldados que descansaban en la retaguardia esperando su turno: había confusión en esos aguerridos hombres que venían luchando hacía ya mucho tiempo. La pregunta llegó hasta la tienda de los oficiales, entró en cada oreja para luego salir por las bocas y dejar ese rictus de extraniamiento en los rostros.
A esa hora, el general jugaba ajedrez consigo mismo, como todas las noches. El coronel se presentó ante su general con la pregunta trampolineando en sus labios.
-Mi general... la tropa...
-Hable, hombre, ¿Qué sucede?
-La tropa, mi general, y... todos nosotros, mi general, nos preguntamos... ¿por qué estamos luchando exactamente?
El general, dando signos de no prestar atención movió despacio un alfil.
-Dígale a la tropa -un caballo se comió al desprevenido alfil- que luchamos por...
Derribó de un golpe seco el tablero y corrió hacia el teléfono. Marcó el número de su presidente y esperó ansioso. La comunicación dio ocupado una y otra vez.

5 comentarios:

La Morsa a la Deriva dijo...

Me gustó.
En cuanto tengas la respuesta del presidente, contame.

V a l e n t r i n i t y dijo...

también me gustó!!
Y es que así es la guerra,más absurda que un partido de ajedrez en solitario...

Anónimo dijo...

Por eso no debemos dejarnos mandar, nos mandarían a una guerra sin sentido.

Me gusta lo que escribes, me gustan las interpretaciones.

Un saludo.

elruffa dijo...

la jugada era DxCb2

Anónimo dijo...

Hola: un buen mensaje para pensar largo...nos vemos. Un saludo: ¿necesita una grua? Cons