septiembre 12, 2008

El tic

Ya sonaba la música en el patio emperifollado de guirnaldas, con sus mosaicos brillantes que parecían un tablero de ajedrez. De pie, guapeando en cada gesto, los compadritos pispiaban con disimulo a las mujeres sentadas en las sillas. Roberto dio un vistazo rápido y al llegar al final guiñó un ojo: la petisa, gorda y fea, se emocionó; despacito, como no creyendo su suerte, fue levantándose. Qué mala leche tengo, pensó Roberto. Luego bailaron, más tarde se casaron, compraron una casita en Bursaco y tuvieron tres hijos.

3 comentarios:

malditas musas dijo...

Muy divertido, Z :)

A veces pasa, la vida es un tic al que uno se acostumbra...

bso,
musa

Anónimo dijo...

Lo que no te parece bonito a primera vista, no tiene porqué ser lo más feo por dentro.

V a l e n t r i n i t y dijo...

el destino a veces es un desatino no más...