Sólo se escuchaba el ruido del padre al masticar. A su lado, la madre, entre sudores y náuseas, hacía un esfuerzo por comer. El niño observaba a su padre, la niña reprimía las lágrimas. “No comés”, preguntó el hombre al chico, quien se pasó la mano por la frente y probó un bocado. “Porque ahora hay comida en esta casa, se acabó la crisis”, gritó sin mirar a nadie. “Vos tampoco comés... comé, carajo”. La niña cerró los ojos bien fuerte. Los abrió despacio y observó la silla que antes ocupaba su hermano menor, luego miró el plato que todavía humeaba. Entonces comió.
octubre 04, 2008
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4 comentarios:
síntesis aterradora.
muy bien contado.
Diez puntos!
muy bueno, Z.
bso
musa sin apetito
En cuatro líneas logras transmitir sensaciones y sugerir cosas increíbles...Nunca sabremos si se comieron a aquel hermano que falta en la mesa...Queda para la interpretación del lector.
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