octubre 04, 2008

Cena familiar

Sólo se escuchaba el ruido del padre al masticar. A su lado, la madre, entre sudores y náuseas, hacía un esfuerzo por comer. El niño observaba a su padre, la niña reprimía las lágrimas. “No comés”, preguntó el hombre al chico, quien se pasó la mano por la frente y probó un bocado. “Porque ahora hay comida en esta casa, se acabó la crisis”, gritó sin mirar a nadie. “Vos tampoco comés... comé, carajo”. La niña cerró los ojos bien fuerte. Los abrió despacio y observó la silla que antes ocupaba su hermano menor, luego miró el plato que todavía humeaba. Entonces comió.

4 comentarios:

V a l e n t r i n i t y dijo...

síntesis aterradora.
muy bien contado.

La Morsa a la Deriva dijo...

Diez puntos!

malditas musas dijo...

muy bueno, Z.

bso
musa sin apetito

Erik Rodríguez Campoy dijo...

En cuatro líneas logras transmitir sensaciones y sugerir cosas increíbles...Nunca sabremos si se comieron a aquel hermano que falta en la mesa...Queda para la interpretación del lector.