En la penumbra había reconocido a un primo y una tía lejana, también a un famoso boxeador. Todavía le quedaba aquel sabor amargo; algunas bocas (pensó en la del negro fornido) tenían el gusto de noches, de muchos excesos. Improvisó una visera con su mano derecha y cruzó la calle desierta. Antes de dar un paso observó hacia delante. ¿Y ahora qué? Se preguntó.
junio 02, 2009
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3 comentarios:
después o en vez de la orgía, la literatura
qué bien la renovación de la página!
:)
Gracias, Musita querida... nos hacía falta una renovación de este tipo..
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