Desde el balcón, admiró su lujoso coche, la extensión de sus tierras, el ganado y los peones que trabajaban bajo el sol. Sonrió, dio una última calada al cigarrillo y cerró los ojos.
...El futuro es nuestro, por prepotencia de trabajo. Crearemos nuestra literatura, no conversando continuamente de literatura, sino escribiendo en orgullosa soledad libros que encierran la violencia de un cross a la mandíbula. Sí, un libro tras otro, y "que los eunucos bufen"...
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