junio 30, 2009

Hooperiana

Asomada a la ventana acaricia con los ojos cerrados los primeros rayos de sol. Sabe que cuando vuelva a ver será carne de la nostalgia y no le importa, es un alivio haber vivido tantos años para llegar a ese instante.

junio 12, 2009

Te busco

En un suspiro. En una milésima de latido. En los ojos que reprochan ciertas miradas. En el sudor de la frente nerviosa. En las estrellas que fisgonean la noche. En el sonido tuerto de una pierna de palo. En los dientes que rechinan la ausencia de rabia. En el silencio de una silueta que se marcha para siempre. En las pupilas inyectadas de vacío. En la muerte blanca de un amanecer. En mí. En vos. ¿En dónde? ¿En dónde te encontraré, maldita puta que chupas mis recuerdos, mis palabras masticadas de inútiles reflexiones? ¿Dónde, ramera mentirosa, construyes de olvido y barro, tu infame madriguera? ¡Oh, conciencia mía, dónde estás!

junio 02, 2009

Orgía

En la penumbra había reconocido a un primo y una tía lejana, también a un famoso boxeador. Todavía le quedaba aquel sabor amargo; algunas bocas (pensó en la del negro fornido) tenían el gusto de noches, de muchos excesos. Improvisó una visera con su mano derecha y cruzó la calle desierta. Antes de dar un paso observó hacia delante. ¿Y ahora qué? Se preguntó.

mayo 29, 2009

mayo 27, 2009

Érase una vez

Princesa mía, de mis ojos soñados
hoy se acabaron las historias coquetas,
es el tiempo del cemento, del concreto,
de las vacas hamburguesadas

Princesa mía, se agotaron los unicornios
y hoy los duendes desayunan sus bostezos
y las hadas se matriculan en pederastia
allí donde un perro ladra valsecitos deformados

Princesa mía, de mis dientes rabiosos
ya duermes tu sueño de pasta base
y tus braguitas húmedas se relamen
imaginando potros desbocados

Princesa mía, de mi hígado caduco
ya viene tu príncipe morado
con su aliento a conejitos mal digeridos
a despertarte con su beso de ciudad podrida, pasada de noches.

mayo 26, 2009

El encargo

En el caso más importante de su carrera, el detective Ernst Flandes no escatimó energías en recorrer los rincones más importantes de la gran esfera. En Europa intercambió algunas palabras con algunos ancianos que parecían más preocupados por sus vacaciones en Japón y Tailandia que por las preguntas del detective. En Japón, un hombrecito humilde lo atendió con amabilidad, le mostró su casa y no dejó de sonreír ni un sólo segundo. En China fue arduro correr detras de cientos de personas que emitían escuetas palabras mientras trabajaban. En Brasil se enamoró de una mulata y bailó samba durante diez días seguidos. En Estados Unidos se compró un mustang color verde y fue tentado por un domador de plantas salvajes para poner un vivero en Polula, Texas. Llegando a la India conversó con una niña que era conocida como la mejor imitadora de un turista alemán. En Senegal, un viejo brujo habló durante horas en olof y le dijo que nada importaba: siempre volveríamos a encontrarnos en África. Por fin, de regreso a Italia, el magnate Rocco Abatantuono esperó ansioso la llegada del detective. Ernst observó al hombre y le dijo: Es difícil, pero sospecho que la felicidad es una fiesta ambulante.

mayo 21, 2009

Último adiós a mamá

La velamos discretamente, suficientes ceremonias había tenido en su vida. No me sorprendió la ausencia de lágrimas. Algunos miraban su cuerpo tieso, la piel lechosa casi sin arrugas, como si todavía ejerciera ese implacable poder que en vida le granjeó pocos admiradores. Fue sorpresivo, eso sí, el escueto discurso de Padre. Su rostro no mostraba la gratitud esperada, más bien todo lo contrario. Poco a poco, los más extraños fueron desapareciendo. Por último, una desconocida anciana le dio un beso en la frente y entonces sucedió. Había desordenado el tocado especial, exigido por la difunta para lucir desde el sarcófago. Un mechón acechaba sus labios coquetos y no tardamos en descubrirlo. Al rato estábamos riendo a pierna suelta: por primera vez perdía el riguroso tono de su estética.
Antes de cerrar el cajón nos lanzamos sobre ella para terminar de arreglarla como se merecía.